Dentro de los casos más recientes de transición a regímenes de flotación del tipo de cambio, el caso brasileño por su cercanía geográfica e intensidad de la relación bilateral, así como el éxito obtenido en términos de baja inflación en los precios al consumidor, relativa estabilidad macroeconómica y crecimiento, parece ser un interesante caso de análisis y un espejo donde Argentina podría mirarse. A inicios de 1999, Brasil pasó por un fuerte proceso de desvalorización nominal de su moneda (50% en 60 días). La fijación de un ancla (Metas de Inflación) acompañada de una trayectoria fiscal sólida y percibida como sustentable en el tiempo, junto a un marco institucional que aseguró su mantenimiento, fueron los determinantes, por la confianza que generaron, para que esta desvalorización sólo se trasladara a precios al consumidor en forma parcial y, de manera simultánea, la economía brasileña reiniciara una trayectoria de crecimiento. El bajo coeficiente de traslado a precios de la devaluación, vinculado esencialmente a un tipo de cambio sobrevaluado, una economía en recesión y un bajo nivel de inflación inicial, fue determinantes para el control de la inflación minorista. Ello permitió que la devaluación operase centralmente como un mecanismo de reacomodamiento de los precios relativos, más que como un inductor a un aumento generalizado en los precios. Por otra parte, la fuerte expansión del crédito al sector privado, especialmente del crédito para consumo, fue el determinante principal de la expansión de la economía entre el último trimestre de 1999 y el primer trimestre del 2001. Los puntos de partida de la economía Argentina, en cuanto a sobre- valuación de la moneda, recesión e inflación inicial, son similares, e incluso sensiblemente más agudos, que los existentes en Brasil en enero de 1999, sin embargo un <93>framework<94> político - institucional diferente puede conducir a resultados distintos a los observados en el caso brasileño.